También conocido como diamante de competitividad, se trata de un modelo desarrollado por el economista estadounidense Michael Porter, el cual sirve de herramienta empresarial para evaluar la competitividad de una organización, analizando 6 elementos clave. El nombre de diamante se debe a su representación gráfica, la cual al organizar los elementos del modelo, forman un diamante. De los 6 elementos, 4 hacen referencia a factores genéricos de competitividad, los otros dos a variables relacionadas. Los 4 factores que componen el modelo son:

Condiciones de los factores: Hace referencia a la posición del país con relación a recursos como mano de obra especializada y la infraestructura disponible, necesaria para competir. Entre estos recursos encontramos recursos naturales, humanos, financieros y tecnológicos que una industria tiene a su disposición. Estos recursos pueden ser una ventaja o una desventaja dependiendo de su disponibilidad y calidad.

Condiciones de la demanda: Hace referencia a la naturaleza y el nivel de exigencia interna de quienes demanda productos o servicios. Una mayor exigencia de la demanda condiciona un mayor esfuerzo, lo que incluye innovación, por parte de quienes ofertan, generando mejores resultados y mayor competitividad y en consecuencia una industria más sofisticada y especializada.

Estrategia, estructura y rivalidad de las empresas: Hace referencia a cómo están organizadas y compiten las empresas dentro de la industria. Una estructura de competencia intensa puede motivar a las empresas a mejorar sus productos y servicios, lo que a su vez puede mejorar la competitividad de la industria.

Sectores conexos y de apoyo: Hace referencia a lo que Porter denomina Clusters. Guarda relación con la presencia o ausencia en el país de proveedores y sectores afines, las cuales apoyan y complementan a la industria principal y cuya interacción influye para que el sector en que se desempeña la organización sea competitivo. Estas industrias pueden ser proveedores de materias primas, servicios logísticos, servicios de investigación y desarrollo, entre otros.

Cada uno de estos factores interactúa entre sí y puede influir en los demás, lo que crea un círculo virtuoso o un círculo vicioso en la competitividad de la industria. El modelo del diamante de Porter se utiliza para identificar las fortalezas y debilidades de una industria y sus empresas, y para desarrollar estrategias que mejoren la competitividad.

Por otra parte, encontramos 2 variables externas en el modelo, que no son controlables y pueden influir de manera favorable o desfavorable a la organización. Las 2 variables relacionadas son:

El Gobierno: Hace referencia a la importancia del papel del gobierno en la creación de un entorno favorable para la competencia y la innovación. El gobierno puede influir en la competitividad de una industria a través de políticas públicas que promuevan la inversión en investigación y desarrollo, infraestructuras, regulaciones, políticas de comercio exterior, entre otras medidas. Además, el gobierno puede fomentar la competencia y la eficiencia en la industria a través de políticas de competencia que eviten la formación de monopolios y oligopolios, y que fomenten la entrada de nuevas empresas en el mercado.

Azar: Hace referencia a los eventos y circunstancias fuera del control de las empresas e incluso del gobierno que pueden afectar la competitividad de una industria. El azar puede venir en forma de crisis económicas, desastres naturales, cambios tecnológicos repentinos, entre otros factores. Las empresas y las industrias que son más resistentes y flexibles tienen más probabilidades de sobrevivir y prosperar en condiciones adversas.

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